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Bizcochos de Moya, diferentes a todos...



MOYA. En un programa de las fiestas de San Antonio (hace ya algunos años), Teodomiro Perera Felipe escarbaba en el pasado de Moya, para conocer el origen de sus afamados bizcochos: “Cuentan las mentes más longevas que el bizcocho de Moya vino a tomar vida, hace más de un siglo, de manos de una mujer llamada ‘Cha’ Manuela. Contaba a la sazón cincuenta años cuando, movida por las circunstancias que su paupérrima condición le deparaban, empezó a trabajar los primeros bizcochos, sin otro fin que el de paliar su solemne miseria”, escribió.

Los bizcochos de Moya son una variante de una receta muy conocida: los bizcochos lustrados. Pero en Moya presentan una elaboración totalmente diferente a todos los demás. Y todo se debe a un “accidente” que se convirtió en simpática anécdota. La acción se puede situar en los años 60 del siglo XIX (según testimonios orales). Una mujer de Moya conocida como “Cha” Manuela se puso a elaborar bizcochos (y suspiros) por encargo. La persona que encargaba el bizcocho (o el suspiro) ponía los ingredientes; “Cha” Manuela ponía sus manos.
“Por aquella época, la única panadería que existía en estos contornos era la de seña Antonia (…). Era allí donde ‘Cha’ Manuela acudía presurosa buscando un huequillo en el ahumado horno, para cocinar sus bizcochos. Tenía un lebrillo viejo, pero bien aliñado, y provista de un batidor de palo ponía a prueba su espectacular maña, agotando con gracia picaresca el último síntoma de energía”, escribió Perera.
Después del primer horneado, el bizcocho se corta en porciones individuales.
La porción individual del bizcocho se unta con merengue antes del segundo horneado.
Untados con merengue, van al horno en este carro.
Bizcochos de Moya, recién terminados, en la mesa donde se guardan en cajas.
La receta de estos dulces se hizo muy apreciada y, en el siglo XX, otras mujeres como “Cha” Jacinta y, después, Candelarita la del pan tomaron el relevo. Fue “Cha” Jacinta la que descubrió por “accidente” la receta actual de los bizcochos de Moya. Lo cuenta Josefa González: “Dicen que a ‘Cha’ Jacinta se le quemó el bizcocho un día y se dijo: Vamos a ponerle un poco de lustre para tapar lo quemado, y de ahí salió. Y Candelarita aprendió de ella”.
Hoy existen un par de industrias especializadas en la fabricación de estos productos. Josefa González fundó una de ellas. Todo empezó cuando su cuñada Luciana se casó y, como era tradición en Moya, quisieron tener bizcochos en la celebración. Así fue como buscaron a “Goyita, una señora que vendía zapatos por las casas. Ella hacía los bizcochos por encargo en su casa y le pasó la receta a Luciana para su boda. Entre ella y su hermana Virginia los hicieron. Eso les dio la idea de dedicarse a hacer bizcochos en la panadería. Hacían pan y bizcochos y como vendían muchos bizcochos pudieron dejar de hacer pan”, explica Josefa.
PASO A PASO
Dos veces por el horno
Dos veces por el horno: es el trámite que deben pasar los bizcochos de Moya.
1. Primero se hace una masa, bien ligada, con: huevos batidos, harina, azúcar, limón rallado, un poquito de sal.
2. La masa se coloca sobre papel bazo, en unas bandejas, para su primer horneado. Así, el bizcocho sale de su prueba de fuego con su masa cocinada, esponjosa y tierna.
3. Mojando un poco el papel bazo, se despega el bizcocho de la bandeja. Entonces, se corta el bizcocho en porciones individuales.
4. Las porciones individuales de bizcocho se “lustran”. Es decir, se unta merengue con una brocha, sólo en la parte superior.
5. El merengue para lustrar los bizcochos se hace con: clara de huevo, azúcar, limón rallado.
6. El bizcocho (lustrado y en porciones individuales) se pone de nuevo en el horno. De este segundo horneado sale bizcochado (seco): ideal para untar en leche, café o chocolate.
En la actualidad, los bizcochos de Moya se envasan en bolsas de plástico. Así se conservan mejor y así se presentan en los estantes de los supermercados. Para el formato grande, la bolsa va dentro de una caja de cartón. “Eso es ahora, antiguamente los bizcochos se guardaban en latas metálicas con papel bazo”, explica Josefa González, una de las reposteras que lo fabrica en Moya.

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