Un aula dedicada a las culturas gastronomicas. Para que pueda ser usada por todos los que quieran o mostrar sus conocimientos, sus productos, o asistir a aprender no solo clases de cocina, repostería, pastelería y panadería, catas de vino, aceite o queso y de todos aquellos productos que irán pasando por sus escasos 40 metros.
Es muy importante para una ciudad poder disponer de un espacio con estas características. Primero por encontrarse, su sede, en un mercado, el de Verónicas, en este caso. Lugar de vida que habla como pocos espacios de la estacionalidad del producto y de la variedad de alimentos con que podemos encontrarnos. Después porque será un espacio donde grandes y pequeños, profesionales, amateur o sencillamente interesados en mayor o menor medida, podrán encontrar respuestas a muchas de las dudas que la gastronomía puede plantearles.
Pero sobre todo porque será un espacio para el diálogo, la enseñanza, la información de lo gastronómico. Y por ahora el número de días que tenemos ocupados es impresionante. Lo triste es que muchos de los que deberían estar, haciendo gala de su diálogo democrático, han hecho oído sordos, miran para otro lugar y se refugian en sus marmóreas torres. Pero cada uno, amigos, es muy libre de estar en el presente, o seguir viviendo el sueño de los justos.
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